La cúrcuma (Curcuma longa), es una planta medicinal de la familia de las zingiberáceas originaria de la India.
La parte utilizada, tanto en el ámbito culinario (como especie) como terapéutico (infusión, tintura, suplemento, etc.) es el rizoma.
Entre sus acciones tradicionalmente se ha empleado principalmente como hepatoprotectora, tónico digestivo y antiséptica (especialmente antimicrobiana). Aunque en este post, vamos a centrarnos en los beneficios que tiene la cúrcuma en relación a la práctica de algún tipo de actividad física, como puede resultar la marcha nórdica.
La cúrcuma es rica en polifenoles, curcuminoides y especialmente curcumina, que poseen propiedades antiinflamatorias y antioxidantes.
Su actividad antiinflamatoria, en parte es debía a su capacidad de inhibir la síntesis de prostaglandinas inflamatorias. Y su efecto antioxidante reduce el estrés oxidativo, el daño muscular y optimiza la recuperación muscular. Además, se ha demostrado que reduce el dolor, ejerciendo un efecto terapéutico analgésico.
Por todo ello, la suplementación con la cúrcuma ha resultado muy eficaz en diversos estudios tanto en la mejora del rendimiento deportivo, al igual que optimiza la recuperación post ejercicio.
Como precaución, aún y ser una planta que es segura y bien tolerada, no debe tomarse en caso de obstrucción de las vías biliares y cálculos biliares, tampoco en embarazo o lactancia o niños menores a 3 años, ni en forma de suplemento en personas que tomen anticoagulantes.
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