Hemos recibido de los mayas superalimentos como las semillas de chía.
Dentro de sus características nutricionales, representan la fuente vegetal con más alta concentración de AGE (ácidos grasos esenciales), aportan un 82%, del cual el ácido linolénico (omega 3) representa el 62% y el linoleico (omega 6) el 20%. Con lo que contribuyen principalmente a reducir el nivel de colesterol de baja densidad; normalizar la presión arterial elevada; juegan un papel fundamental en la mejora de los sistemas nervioso e inmunológico y ayudan en el desarrollo del embarazo y crecimiento infantil.
Tienen un alto porcentaje en antioxidantes (principalmente flavonoides), que además de proteger los AGE de su oxidación, nos protegen de los radicales libres y del proceso de envejecimiento celular.
Aportan un 23% de proteína, sin ausencia de los aminoácidos esenciales y con buen contenido de lisina, aminoácido limitante en los cereales.
No poseen gluten, con lo que pueden ser consumidas por los celiacos.
Contienen fibra soluble (mucílagos). Éste tipo de fibra retrasa el índice de glucosa en sangre y reduce la absorción de colesterol.
En materia de vitaminas, es una buena fuente del grupo B, importantes para controlar la producción de homocisteína, lo que disminuye los depósitos de placas en las paredes arteriales; y ayudan a nutrir principalmente nuestro sistema nervioso y dermatológico.
En cuanto a los minerales, tienen proporciones adecuadas de calcio, magnesio, potasio y fósforo. En materia de los oligoelementos, es una gran fuente de hierro.
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