La alcachofera es una planta herbácea muy próxima al cardo común en cuanto a morfología, puesto que son parientes botánicos, y fueron los árabes quienes lograron variedades más carnosas y sin espinas.

De la alcachofera, se utilizan las hojas en fitoterapia (preferiblemente del primer año, dado que son más ricas en principios activos). Pero en este post nos vamos a centrar en las alcachofas, que consumimos en nuestra gastronomía y que son las inflorescencias recolectadas de la alcachofera antes de florecer.

En cuanto a sus propiedades más destacables son las de ser un verdadero alimento terapéutico por su contenido en:

- Cinarina, principio activo que contribuyen a incrementar la secreción biliar (efecto colerético) y la eliminación del vaciado de la vesícula biliar (efecto colagogo), lo que favorece la función desintoxicante del hígado y ejerce un efecto hepatoprotector. Además, la cinarina también tiene un efecto diurético.

- Cinarósido, principio activo que le otorga un efecto antiinflamatorio y antioxidante.

- Esteroles y fibra, que reducen la absorción intestinal de colesterol. Además, su contenido en fibra, optimiza el tránsito intestinal.

- Inulina, fructooligosacárido con efecto prebiótico, que estimula el crecimiento de las bacterias que benefician al intestino, optimiza el tránsito intestinal, a la vez que regula los niveles de azúcar en sangre.

Por lo tanto, cuando comemos alcachofas y más ahora, mediados de Febrero, que son alimento de temporada, tendremos en cuenta que es un alimento – medicina que: facilita los procesos digestivos; tienen un efecto laxante, indicadas en estreñimiento; son diuréticas y depurativas hepáticas; ayudan a reducir el colesterol plasmático; y regulan la glucemia, con lo que resulta muy beneficioso su consumo en personas con diabetes.