Existen muchas teorías para comer sano y saludable. Una de ellas, que nos va a resultar fácil de recordar, es la de comer a diario alimentos variados y coloridos de la huerta (verduras, hortalizas y frutas), mejor si son frescos, de proximidad, de temporada y preferiblemente “bio”, para garantizar un correcto aporte no solo de nutrientes esenciales como las vitaminas y minerales u oligoelementos sino además de fitonutrientes.
Existen varios tipos de fitonutrientes, como por ej.: los carotenoides no provitamínicos (licopeno, luteína, zeaxantina, astaxantina, criptoxantina); monoterpenos y terpenos (ej. limoneno); polifenoles (ej. antocianinas y flavonoides, quercitina, resveratrol); glucosinolatos; fitoesteroles; saponinas; etc. Son sustancias fitoquímicas que, a pesar de no generar carencias nutricionales puesto que no son necesarias ni vitales para mantener un correcto funcionamiento bioquímico celular, tienen un alto valor funcional en las personas. Influyen en nuestro sistema inmune, tienen efectos antioxidantes, antiinflamatorios y pueden ejercer un efecto beneficioso en nuestro sistema cardiovascular (mejorar la circulación sanguínea, reducir el colesterol y presión arterial).
El hecho de alimentarnos con verduras, hortalizas y frutas variadas a lo largo del día, nos permite el aporte de alrededor de 1,5 gramos de fitonutrientes, que contribuyen de forma natural a mejorar nuestras funciones metabólicas, siendo sustancias beneficiosas para nuestras salud y bienestar. Con lo que ¡añade color a la comida!